El niño que está postrado en la cama no puede respirar. Lo hace, respira, pero con mucha dificultad, cogiendo un poco de aire con cada inhalación. La madre, solícita y sigilosa, cuida de que su pequeño esté cómodo y tome las medicinas a su hora.
Asma. Ese fue el diagnostico cuando el niño sólo tenía un par de años. No se cura pero se trata, aún no sabemos qué lo causa. Cuando tenga dieciséis se le pasará? hasta que llegue a los sesenta. Desde entonces, libros, información, más médicos, más pruebas y, una o dos veces al año, guardar cama durante semana y media hasta que podía respirar de nuevo.
El niño conoce su cuerpo y sus reacciones. Es su templo. Lo ha estado estudiando cada día que permanecía postrado, cada ocasión en que el aire no llegaba con suficiente fuerza a sus pulmones. Se conocen, son viejos enemigos condenados a verse las caras un par de veces al año. Hay respeto, pero también hartazgo.
La madre espera, paciente, a que vuelva el hambre como síntoma de que la enfermedad remite. Sabe que una mañana le pedirá su plato favorito. Será la señal de que se acaba. Sabe, a fuerza de verlo mil veces, que siempre empieza con un catarro común, que luego se mete el asma, toma el pecho y se hace fuerte durante días enteros, dejándole únicamente un hilo de aire para subsistir. Sabe, también, que pasará. Siempre lo hace. Pero la congoja de ver cómo ese cuerpo pequeño se convulsiona entre toses le puede.
El niño. El cuento completo en cuentascuentos.org.
Una idea sobre “el niño (cuentascuentos.org)”
¡¡Qué angustia¡¡, volver a recordar esos momentos, al leer tu cuento, volví a sentir opresión en en el pecho, igual que cuando a tí te veía tan ahogado. Las crisis duraban siempre dos o tres días con sus largas noches, y no tantos como tú recuerdas, quizá atí te parecian así de largos. El primer síntoma de que mejorabas, era mi frase favorita, ¿mamá hay filete con patatas fritas?, y a pesar de que te veía mal, sabía que tú ya te encontrabas mejor. Fueron buenos tiempos, disfrutando mucho de tí y de tu hermano, pero de vez en cuando, el palo de las crisis.
El aire limpio de la montaña, hizo llevar mejor todos esos momentos,, que al recordarlos, no puedo evitar emocionarme. Besinos