Anoche fui al Festival de teatro clásico de Mérida a ver el estreno de A Electra le sienta bien el luto (descripción y ficha). La última vez que había ido a este mismo festival, nos tragamos un bodrio futurista, conceptual y extraño que decía ser una revisión del mito de Proserpina, por lo que acudí al teatro con la mosca detrás de la oreja, temiendo lo peor. Y, como no podía ser de otra forma, la peor de las opciones tomó forma en aquella especie de bodrio parido tras una resaca mítica. La única imagen que guardo de aquella aventura muestra a un actor vestido de blanco, sobre un fondo blanco (suelo y escenario), con una papelera metálica gigante en la cabeza y gritando In the middle!!! in the middle!!!.
Pero esta noche fue diferente, fue mejor. La obra es larga, casi tres horas con un descanso de media y, aún así, no se hace pesada. Narra la historia de los Manon, sus desgracias y sus flaquezas, basándose en el mito de la saga de los Atridas, sólo que situándolos durante el fin de la primera gran guerra. El amor de la hija por el padre, del hijo por la madre, de la madre por otro…
Finalmente, los actores están inmensos, sobre todo las mujeres, Lavinia y Kristal, aunque Emilio Gutiérrez Caba da una clase de cómo parecer otra persona. Sentido, sencillo y tremendamente convincente, hace de capataz de la hacienda, viejo, cojo y resabiado.
Si todas las obras son así, volveré :). A esta le doy un 8.