está ahí afuera, esperando… agazapado, a sabiendas que tendré que salir, caminar desprotegido por la calle, agobiado, casi hundido por el peso que su amenaza vuelca sobre mis hombros.
en la novela de Jose Luis Sampedro, La sonrisa etrusca, el persona principal llamaba «la bicha» a la muerte, que le acechaba y le perseguía constantemente. Mi «bicha» es otra, tiene otra forma y sobre todo, asfixia. el calor, mi bicha particular, está consiguiendo desanimarme.