hay ciertas costumbres que, poco a poco, se van perdiendo. una de ellas, de las más bonitas que recuerdo es el olor de la letra impresa, el tacto de un papel hundido a base de escribir palabras sobre él. el placer de recibir una carta no se compara a ningún correo electrónico ni mensaje SMS. Las cartas, todavía hoy, tienen la aureola de las buenas noticias.
hoy he recibido una carta de una buena amiga y el tacto del papel ha sido un catalizador. Acostumbrado a los entresijos de internet, la frialdad con que un email llega desde japón en tres segundos no me sorprende. el hecho de que la carta haya tardado 10 días para recorrer escasos quinientos quilómetros, sí me sorprende.