Hace unos días decidí aprobar el curso de inglés de la escuela de idiomas como un verdadero friki, es decir, empleando toda la tecnología de que pudiera disponer y ponerla a mi favor. Así que me senté a pensar acerca de cómo inclinar esa balanza a mi favor y, un par de vueltas más allá, caí en la cuenta: podcasting.
El podcasting permite volcar ficheros de audio (normalmente mp3) al ipod directamente desde internet y, además, también se puede vincular a una fuente rss para mantenerse actualizado. Tras realizar un par de búsquedas en el oráculo, instalé el ipodder, le añadí un par de líneas extraidas de podcasting.net y a correr. El amarok se encargó de volcar los ficheros a la ipod y esta mañana sólo escucho conversaciones o programas de radio en inglés.
El inicio fue, sobre todo, caótico, ya que la mayor parte de las fuentes proceden de los estados juntitos y ahí el inglés es más, como decirlo con elegancia, farragoso. Prefiero, y cuanto, el curso de inglés para japoneses que da un suizo.
No sé si mejorará mi fluidez al hablar inglés, pero después de escuchar a alguien glosando las maravillas de un museo en una entrevista radiofónica, el listening no se me resiste.