hoy me llevan los demonios. Ayer fue el primer día por encima de 35 grados centígrados y eso es algo a lo que no me acostumbro. Ayer el coche ardía tras pasar cinco horas en la calle, bajo un sol implacable y omnipresente. Practicamente no podía tocar nada dentro del habitáculo: los cristales ardían, los reposabrazos era plástico derretido, lo mismo que el volante y la palanca de cambios. Vuelvo a conducir con los codos. Por la tarde salimos a comprar un par de pantallas para el coche, para evitar desarrollar lesiones de codo y nos enchufamos unas cervecitas con mucho limón que, para los profanos, es lo mejor para quitar el calor. A partir de ahora, ¡borracho!
Como las cosas divertidas nunca vienen de una en una, nos dimos cuenta de que el aire acondicionado de casa no funciona. El aparato si mueve el aire, pero no lo acondiciona, no lo enfría y la noche ha sido eterna, dando vuelta rápida tras vuelta rápida a la cama.
Y para hoy no mejora.