La realidad es que todos sabemos que los regalos que más ilusión despiertan son los inesperados, aquellos que no tienen fecha de vencimiento, aquellos en los que un catálogo o un cartel brillante no han tenido nada que ver. Se ofrecen porque sí, porque todos los días merecen ser celebrados. Y se hacen con el corazón, no con la cartera. Los buenos presentes se preparan con sigilo y expresan amor, admiración o una combinación de ambos. No están hechos de euros sino de esmero e ilusión, y es exactamente eso lo que transmiten. El resto sólo están diciendo «Pasé media tarde en El Corte Inglés y me ha costado una pasta, así que más vale que te guste». Ni unos ni otros pueden ocultar los sentimientos que trascienden a la materia de la que están hechas las cosas.
Javier Malonda, hablando de El Regalo desde El Sentido de la Vida.
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2 ideas sobre “esmero e ilusión”
Está muy claro lo que estás intentando decir.
Estás muy enamorado.
Le estás pidiendo perdón, te has comportado como un cafre y te has dado cuenta.
No tienes ni un duro para comprarle un regalo y has tirado de la imaginación.
espero que pienses exactamente eso cuando tu niña (la pequeña) te regale algo hecho en barro, amorfo y feo, que llamará cenicero. Apuesto a que no pensarás que está pidiendo perdón y, seguramente, pasará a engrosar la lista del mejor regalo jamás recibido.
¿Sería lo mismo si tu niña comprase el cenicero en el corte inglés?
Piensa en ello. Be water, my friend…