Anoche asistí a mi primera clase en la escuela oficial de idiomas y, por ende, a mi primera clase en más de cuatro años. Uno, por muy mentalizado que esté, se encuentra rodeado de gente a la que (casi) dobla la edad y con los que tiene que hablar de tonterías en un idioma que no domina. El choque fue bastante grande, pero edificante.
Además, tenía muchas ganas de hablar en inglés, aunque por algún estúpido motivo sigue dándome vergüenza y apuro. Confío en que sea un tontería del primer día y, poco a poco, comenzar a soltarme y a no ponerme colorado.