ele ha vuelto de su viaje iniciático por las Américas del Sur, de su periplo por Venezuela que ha durado un mes y en la cara traía una mueca que es, mitad y mitad, sonrisa y cansancio. Se fue para cumplir uno de aquellos sueños viejos y ajados de cuando era adolescente en su Valladolid natal, para echar una mano como cooperante de una ONG, que no tiene el mismo renombre que convertirse en misionera, su idea original, pero que casa bastante más con estos tiempos.
Me contaba, todavía aturdida por las horas de avión, la pérdida de la maleta y el cambio de paisaje y paisanaje, que no es tan diferente, que iba esperando encontrarse con grandes cambios y que la transición fue bastante suave, que trabajó con profesores y con niños, ayudando y enseñando un poco de todo y que descubrió que son gente amable, con enormes ganas de vivir, que afrontan la vida con optimismo por muy torcida que venga, porque cuando se pone, la vida se tuerce pero bien. También me habló de familias demasiado numerosas, rotas, con poco dinero y violentas.
Viendo a gente así, entregada y con ideas fuertes, uno cae en una tristeza lacónica y piensa que quizá, para que este sea un mundo mejor, más gente deberíamos mirar alrededor y no sólo a nuestro ombligo, deberíamos hablar más, implicarnos, dejar de ser espectadores, gente que pasaba por allí. Pero, desgraciadamente, sé que soy bastante más egoista de lo que debiera y más vago de lo que dicta la lógica, que nunca me he sentido movido por intereses tan elevados y tan altruistas y que a ciertas personas, como a ele, generosas y buenas en el sentido estricto de la palabra, las tengo que mirar a vista de gusano.
ong, ideales
3 ideas sobre “a vista de gusano”
No creo que tengamos que mirarnos tan bajos por no colaborar en estos temas. Lo hacemos, como tu dices, por puro egoismo, que en otra lectura se puede llamar instinto de conservación. Irse de voluntario a una ONG es como ir en contra del instinto y de las costumbres: No esta al alcance de todos. Nosotros somos el estandar.
Lo que si estoy de acuerdo es que la gente como Ele están por encima del estandar. Son unos autenticos valientes y personas a admirar. Mucha gente critica que a los voluntarios de ONG no los mandan a las zonas verdaderamente peligrosas o donde se necesita verdaderamente ayuda, y los acusan de hacer «ayuda light»… pero aunque sea así (que yo no lo creo, porque ellos mismos no lo aceptarian), siguen sacandonos una cabeza (y medio cuerpo) en temas como solidaridad y entrega.
Solo puedo decir que desde la insolidaria esquina de mi autoconservación… envidio tener su caracter.
a cualquiera de nosotros, (a cualquier ser humano), se nos pone un nudo en la garganta cuando vemos imagenes de cayucos, de niños con mirada triste y moscas en la boca, de mujeres cargadas de niños intentando hacerse con un poco de agua, pero al segundo pasamos página y seguimos con nuestras vidas, lamentándonos de tonterias y pensando que solo nuestras pequeñas cosas tienen importancia, De ahí que personas como Ele tengan el reconocimiento de la mayoría de nosotros y, si llevó tan lejos su trabajo y cariño mi admiración para ella. Supongo que será una experiencia que, según pasen los años, estará presente el resto de su vida. Besos Ele. Y a tí por recordarlo y expresarlo con las justas palabras, un beso tambien.
Lo peor de todo es que hay gente que critica a los que se mueven o hacen algo por cambiar la realidad. Incluso los hay que te dicen: «lo que deberías hacer es ayudar aquí y no ahí», pero ellos en el sofá.
He vivido un año en Badajoz y he conocido a gente que me ha sorprendido y he admirado lo que hacen: hacen plataformas pro-carril bici, hacen proyectos para luchar contra la pobreza, etc. Es loable, porque utilizan mucho tiempo libre para los demás, y los demás no se lo agradecemos ni vemos el esfuerzo que les supone.
Todavía hay esperanza.