Alquilar un piso, aunque se trate de una ciudad pequeña, de provincias, se puede convertir en una pequeña odisea. Con tal de ahorrarme unos duros de los del 2001, he pasado de agencias inmobiliarias y he buscado en los periodicos, las farolas y, ¡o milagro!, en el panel de anuncios del ayuntamiento.
Después de quince días, estoy, todavía, buscando. Tengo una lista con casi cuarenta direcciones y números de teléfono, con lo que tiene cada piso y las impresiones que me llevé al visitarlo. También hay un apartado para el precio y otro para las dudas.
Mañana me toca seguir adelante. Veremos que pasa.