Estos días estoy recuperando viejos (y sanos) vicios. He terminado, por fin, Un mundo feliz, pendiente desde hace un año, con un extraño y agridulce sabor de boca. El libro es una radiografía de un mundo sin pasión y, personalmente, pienso que nunca llegaremos a ese límite. No se puede poner de acuerdo a media docena de españolitos para tomar el mismo café, ¿cómo se puede poner de acuerdo a la humanidad entera?
También he comenzado a leer 1984 que estaba en la estantería desde hace un par de años. Lamentable. La cuestión es que no he dejado de leer en todo este tiempo, pero a otro nivel. Antes, simplemente, era un atleta de élite 🙂 y ahora soy un piltrafilla que recuerda los tiempos pasados con una sonrísa de medio lado, consciente de que leí mucho más y que lo único que me hace falta para volver a aquellas míticas tardes de lectura, con el sol entrando de lado por la ventana, es ¡apagar la puta tele! Estamos en ello…
Y por último, un nota para dejar constancia. Estoy aprendiendo python. Voy lento, estoy oxidado (¡y cómo!), me duele admitir que he olvidado las matemáticas por encima de sexto de EGB, pero ahí estoy, dando guerra y recibiendo balazos. Al fin y al cabo, no hay gloria sin dolor.
Una idea sobre “/dev/book”
Por polemizar, decirte que estoy descubriendo que las mujeres tienen mucho que ver en el descenso de consumo de libros. A más mujer en tu vida, menos libros. Desde hace unos meses he redescubierto que por las noches antes de dormir se pueden leer libros (hasta altas horas), y que existen muchos momentos a lo largo del día en que se puede perpetrar este noble vicio.