La vieja cutre-cámara ha dicho basta, se acabó y ha decidido jubilarse casi cinco años después de aquella primera sesión al squash y diez mil fotos. No la culpo, últimamente le fallaba el sensor y daba la sensación de estar fotografiando a un pitufo bañándose en Blue Tropic.
Curiosamente estos días los ha aprovechado Hacienda para devolverme una cantidad indecente de dinero (que yo les había «prestado» primero) y, tras estar un par de días buscando, informándome y leyendo todo tipo de manuales, he dado el paso y me he comprado una cámara DSLR o, lo que es lo mismo, una cámara fotográfica réflex de lente única.
Tras dar mucho el coñazo, me he decantado por la Canon EOS 400D y, tras cincuenta y siete páginas de manual leídas, todavía no doy crédito: este aparato no es una cámara de fotos, es el maldito Enterprise. Leyendo a buen ritmo, voy a tardar un mes en saber qué hacer con cada botón y para que sirven las innumerables roscas que adornan la cámara.
Así pues, seguimos vivos Damocles, pero bastante liados.
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2 ideas sobre “jubilaciones y dslr”
Buen bicho te llevas! buen bicho 🙂
no lo sabes bien 😀