¡naranja! – El sueño del mono loco
El sueño del mono loco Saliva, cinismo, locura, deseo…

¡naranja!

Hace años decidí abandonar toda relación con Telefónica, Movistar, por más señas, harto de los precios y cansado de ciertos abusos y extrañas costumbres y debí ser uno de los primeros en llamar (a las 00.00 del primer día) para solicitar la famosa portabilidad a Amena. Desde entonces y a pesar de estar muy contento con el servicio, no he dejado de oír lamentos de otra gente (mucha gente) y quejas acerca de esta compañía, que van desde la ausencia de cobertura en algún pueblo perdido del Pirineo leridano al precio de los mensajes multimedia y que, curiosamente, se trataban de las mismas quejas por las que yo me fuí.

Pues bien, después de mi fallido intento de volver a conectarme a la banda ancha (una banda de ladrones obesos, imagino), de cosechar media docena más de avisos de bucles débil y calamitoso con las más floridas compañías del sector, ha tenido que ser la nueva Amena, ahora naranja –Orange–, quien me diga que sí, que ellos pueden y quieren y que, además, me ponen veinte meigas para mí solito. Me huele mal, me apunté anoche y sigue habiendo un extraño y tibio olor, a estrategia comercial de altos vuelos a, por mis huevos que te quito medio millón de conexiones en dos semanas, a puñetazo en la mesa de algún club elitista y vacuo y, como no, a una comercial pura, agresiva y sin muchos conocimientos técnicos al otro lado del teléfono. Habría pagado dos meses de conexión por ver su cara al responder a la pregunta de qué sistema operativo va a emplear. Gustosamente.

La cuestión es, finalmente, que vuelvo a la carretera, a esperar una señal positiva de una compañía que no me soporta (un sentimiento mutuo, por cierto) y a la que parece no gustar mi bucle, con lo majo que él es. Puede que todo sea humo, que sólo quieran llegar a medio millón de contratos en quince días y por eso ofrecen lo que nadie da, los veinte meigas del tirón, pero el mono me supera, hace días que me puede y no me deja pensar con claridad, me hace oír una voz en mi cabeza, monótona y repetitiva, como una letanía que me susurra veinte meigas, veinte meigas, veinte meigas…. A este paso me temo que, o es naranja, o no será de nadie…

orange, amena, banda ancha

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