Personalmente tengo un pequeño problema con ciertos números: no me gustan y no me gusta cumplir los años que indican. Suena a capricho y a mente rancia, pero es así desde hace mucho tiempo y no tengo ganas de cambiar algo tan tonto. Así que seguiré quejándome y gruñendo porque el número veintinueve es impar, es el predecesor del treinta (el final del mundo conocido :() y es mi «año en curso». Me imagino que todo el mundo recuerda con más cariño alguno de los años que ha vivido y renunciaría gustoso a otros.
Al final, lo importante es el camino que se recorre y no cuantos días lleves en él, pero si tengo que elegir, yo me quedo con mis veintisiete añitos, mi independecia, mi verano del 2003, mis cuarenta y ocho grados y eme. Eso sí, no cambiaría ni una coma de todo lo vivido.