Se me está olvidando cómo administrar sistemas. Se me está pasando la mala leche sempiterna de los bofh, las ganas de exterminar usuarios, el bate de beísbol siempre límpio y amartillado sobre la mesa, las ganas de no coger el teléfono o de contestar con subterfugios.
Todo eso lo he cambiado por una corbata, unos buenos modales que desconocía y un puesto de consultor (o de algo parecido, sea lo que sea), pero añoro el tacto del teclado a las dos de la mañana y el acceso mediante consola, los telnet al puerto ochenta o al 143, los comandos enlazados, tuberías y ampersands.
A veces, añoro volver a ser un administrador de sistemas, el azote de los usuarios (y los husuarios), una bola de pelo a un teclado pegada y unos amigos frikis cuya idea del mundo exterior es lo que leen en barrapunto.