Este fin de semana ha sido completito. La experiencia en el camping ha sido enriquecedora y divertida, con una tienda de campaña digna del barbas de bricomanía, agujereada en los sitios donde se apoyan los mástiles, con unas piquetas que parecían rosquillas y jugando en una especie de cubo de arena para gatos que osaban llamar parcela. Pero como sabiamente decían en Los Simpsons, «no me den las gracias a mí, dénselas al cortaplumas». Con la navaja suiza, un poco de imaginación, tres cortes profundos y una bayeta, pudimos aguantar todo el fin de semana sin (muchas) preocupaciones. Si llega a haber llovido, nos ahogamos, seguro.
El sábado estuvimos de visita a la zona de La Vera, dando tumbos por pueblos típicos, gargantas mayores, rios (casi una novedad, viendo la sequía que hay), comiendo y pasando un poco de calor, reservándonos porque lo gordo venía el domingo.
La garganta de Cuartos, también en La Vera, era el plato fuerte del domingo y no defraudó. Habíamos organizado una excursión por el margen del río con varios personajes del trabajo que se encargaron de buscarse excusas para no ir :). Finalmente enfilamos el camino al borde del rio eme, pakopko y yo. Estuvimos una hora y pico andando rio arriba, dejando atrás algunas pozas porque tenían gente, eran pequeñas o no cubrían los suficiente, pasando cabras y piedras hasta que, finalmente, encontramos lo que buscábamos. La foto muestra el sitio pero oculta la zona del jacuzzi, del spa y el solarium. Nos pasamos casi cinco horas en esa poza entre baños, risas, algún que otro susto (los playeros no sirven para subir piedras empinadas) y lomo ibérico cortesía de paco.
Pero lo bueno, si breve… Emprendimos la marcha de vuelta justo después del último baño, frescos como lechugas y con las reserva de agua bajo mínimos y, una hora después, llegamos al chiringuito junto al que aparcamos sedientos y agotados. En quince minutos nos trasegamos una botella de agua de litro y medio, varios refrescos y todo el hielo que traían, sin hablar ni mirarnos. Todas las fuerzas se habían quedado en la poza, entre rocas y agua. Y es que tanto ejercicio a ciertas edades no puede ser :).
El lunes estábamos todos quemados, cansados y doloridos. Pero, ¡qué coño! No le dan a uno la oportunidad de sentirse como si tuviera quince años y le sueltan en uno de esos aquaparks gigantescos con ocho horas de agua y sol por delante. eme no disfrutó hasta que pudo meterse completa en el agua y se acercó nadando al spa para dejar que una caida de agua le quitase el aliento y a paco, el jacuzzi le dejó la extraña sensación no de sentir nada por debajo de la cintura durante minutos.