Al día siguiente recibí una llamada personal de Carlos Herrera. «Ya sé que eres un tipo sin vanidad, sin ambición y sin codicia, pero me pregunto, Alvite, si te importaría colaborar en mi programa». Y añadió una explicación técnica y al mismo tiempo emocional: «Tienes exactamente la voz que te suponíamos, profunda, varonil y cansada, con ese ritmo algo desganado que hace tan interesantes a los hombres derrotados, de modo que te ofrezco mi programa por si te apetece fracasar con éxito». Reconozco que, dentro de mi natural escepticismo, me quedé atónito. No me lo esperaba. Herrera dirigía un programa de radio con más de un millón y medio de oyentes y yo estaba acostumbrado a hablar por escrito en los periódicos para las tertulias de los tanatorios y para los chicos malos de cada casa.
Vía: El faro de vigo.
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Una idea sobre “cuando alvite conoció a herrera”
-Mi primo José Luis busca la hipótesis de José Luis, yo le argumento, filosóficamente, ¡claro!, que mejor no, que no la busque …
-¡no!, responde pausado y asombrado.
-No -le vuelvo a argumentar-, no la tiene, y en el caso de que si , es mejor disfrutar sin conocerla. Disfruta leyendo.