Al final, tanto va el cántaro a la fuente, que termina trayendo agua. He aprobado inglés, el segundo curso del nivel avanzado, en la Escuela Oficial de Idiomas de Mérida. Ya soy el orgulloso poseedor de un papel donde, bajo mi nombre y el del ministro de educación de turno, dice que puedo entender y hacerme entender en la lengua del Imperio. Y sólo me han costado los últimos siete años.
Porque lo que empezó como un empeño de mi madre hace mas de dos décadas lo he terminado yo, por cabezoneria, en otra provincia y con un tiempo muerto de diez años.
Pero tenía que ser así, tenía que finalizar el curso de la forma correcta, pasándolas canutas (me he dado cuenta de que carezco de eso que llaman la cultura del esfuerzo) y, de paso, aprendiendo bastante mas de lo que creía. Puede que en los primeros cursos, si tienes algunas nociones, no sea necesario estudiar pero, en los últimos hay que estudiar (y mucho).
Aunque no todo ha sido dolor. Aprobar los exámenes en junio, con una nota media de siete me ha dado un impulso moral importante. Porque ha valido la pena pasarse dos meses pegado a los libros, teniendo a la BBC como radio de cabecera y los de TED como acompañantes diarios, hablando en sueños en otras lenguas…
Creo que le he cogido gusto a estos apuros y puede, sólo puede, que me apunte en Cáceres para el siguiente nivel. Total, ya metidos en gastos…