La ventaja de no coger las vacaciones cuando lo hace todo hijo de vecino es que no tienes el síndrome post-vacacional, una estúpida manera de querer enseñar, otra vez, las fotos de la parienta tostandose en la playa de esa ciudad de vacaciones y soltar una lagrimita a juego, con sabor a nostalgia, ni la vuelta al cole.
Todos aquellos que vuelven al trabajo tras unos días de asueto y diversión, chiringuito y playa, que recuerden que algunos no tuvimos vacaciones.