mis treinta metros – El sueño del mono loco
El sueño del mono loco Saliva, cinismo, locura, deseo…

mis treinta metros

Eme y yo vivimos en un apartamento (muy cuco, muy práctico, muy céntrico y muy mal distribuido) de unos cincuenta metros cuadrados y, a pesar de nuestros veinte metros extra, tenemos problemas para encontrar un lugar donde almacenar cosas. El último gran dilema vino con la batidora-picadora-turmix que nos regaló mamá. Y es que, por mucho diseño que uno haya visto, no queda bien una batidora con todos sus accesorios colgados en el salón, justo al lado de la tele.

Pero ahí está la ministra, diciendo cosas serias y argumentando que una pareja de jóvenes (aún me siento en esta categoría) tiene suficiente con treinta metros de «solución habitacional» e incluso con menos y que, si se cansan o necesitan más, sólo tienen que anexar un módulo contiguo. Y digo yo: ¿qué pasa con la pareja de jóvenes de la solución habitacional modular de al lado, la que los primeros se van a anexar?

Coñas aparte, el problema de la vivienda ya empieza a ser preocupante y las soluciones, capciosas, cachondas y tangenciales. ¿Por qué no instalar unos contenedores en las inmediaciones de los estadios de fútbol (hasta el más miserable de los pueblos tiene uno) y llenarlos con jovenes en una suerte de «solución habitacional compartida, modular y calentita en verano»?

La única solución válida y realmente eficaz sería el descenso de los precios, de todos los precios, tanto de alquiler como de compra y, para quienes quieran alquilar una vivienda a terceros, requisitos mínimos de habitabilidad (algún día hablaré de lo que uno puede alquilar por un módico precio), leyes que persigan y castiguen a los morosos eficamente y la seguridad de que los destrozos se pagarán convenientemente. Hacer que el arrendatario pague el primer mes por adelantado, otro mes de fianza y un tercer mes como remuneración para el estado, les iguala a las inmobiliarias, buitres leonados del problema de la vivienda. Para alquilar un piso uno necesita sólo dos cosas: un piso decente y un precio ajustados (nadie pide milagros ni regalos). Así las cosas no es de extrañar que sólo Ikea apoye a la señora ministra.

Por último, dos apuntes aparecidos hoy en la edición digital de El mundo:

Ricardo 20050413

el chiste de Ricardo y el pasatiempos construya usted mismo su propia solución habitacional. Imprescindible a partir de ahora.