Mis padres atesoran más de una treintena de álbumes de fotos, desde hace algo más de treinta y cinco años. Entre hojas de papel de seda y fotos cuadradas en blanco y negro sujetas con unas pequeñas cuñas de cartulina, estamos, además de ellos dos, el hermanín y yo, como grandes protagonistas. Gracias a la afición de papá por este arte, contamos con un fondo documental del que, de vez en cuando, sale alguna joya que hace que me suban los colores a la cara.
He de reconocer que resulta cómodo y gratificante ver un puñado de fotos de cuando no levantaba un palmo del suelo, de cuando los pantalones eran cortos y todas las cosas, grandes. Pero también me pongo a temblar cuando, con gesto firme y andar decidido, cualquiera de mis dos progenitores se encamina al salón, hacia la estantería de los álbumes de fotos y se pone a averiguar a partir de qué álbum está la foto que busca. Porque son así, imprevisibles. Te cortan una conversación para enseñarle a eme una foto de su pareja con cuatro años, disfrazado de apache y corriendo por un prau, sólo por ver cómo el protagonista, treinta años más tarde, cambia de color. Divertidísimo. Pero, en cierto modo estoy prácticamente curado desde el primer día que eme pasó en la tierrina y mis padres tiraron de archivo, de los primeros veinte álbumes para ser más concretos. Por eso creo que estamos inmunizados.
Pero, lo que últimamente me preocupa es mi sobrino. Vivimos el boom de la fotografía digital, de la inmediatez y las fotos a cualquier cosa y a cualquier hora y eso, me temo, se acabará pagando. Si en estos cuatro meses lleva el mismo número de fotos que la mitad del archivo de indios que guardan mis padres, cuando el crío cumpla diez años se podrá hacer un vídeo de resumen de toda su vida, casi minuto a minuto.
Así que, para ponerle un poco de freno a esta situación, he decidido moderar un poco el ritmo de fotos, guardando, etiquetando y almacenando sólo las mejores. Sino, en unos años la criatura me va a dar patadas en la línea de flotación en cuanto tire de discos duros para buscar una foto con que ponerle en ridículo. Exactamente igual que hacen ahora mis padres conmigo. 😀
3 ideas sobre “moderando las fotografías”
No sabes lo importante que es este curro hoy pensando en el mañana 😉
¡Lo que sea porque a mi sobrino no le hagan mobbing con las fotos de la infancia! 😛
Dices bien que «atesoramos», ver todas esas fotos, (por orden cronológico) que puse una a una en cada albún, detrás de cada foto hay un buen recuerdo siempre, todas las vivencias, viajes, deportes, amigos, y sobre todo los tios y primos por todos sitios, compartiendo las experiencias y trastadas vuestras.Por eso presumo de fotos (no con todo el mundo) y sobre todo presumo de hijos. Ahora con la fotografía digital es más común y barato, hacer todas las fotos que hicimos, además de caro, era la constancia de muchos años. Me parece bien que selecciones y guardes sólo las mejores fotos de Néstor, yo ya lo estaba haciendo. Besinos.