nómadas – El sueño del mono loco
El sueño del mono loco Saliva, cinismo, locura, deseo…

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Para poder traerte a Sevilla los fines de semana que pasamos juntos en vez de estar vagando por Mérida como nómadas, haciendo más ricos a AirBnb, hizo falta cambiar una letra en un documento oficial que parece que está hecho de piedra. Una ele pasó a ser una ene, un julio se convirtió en junio. Y así, corrigiendo un error tipográfico que saltaba a la vista con una lectura ligera de la sentencia, este fin de semana pasado pudimos traerte a Sevilla por primera vez.

No te voy a negar que estábamos nerviosos, sobre todo yo. Nos pasamos un mes y pico pensando sobre muchas cosas para que no sintieses este último gran cambio como lo que era, un punto de inflexión.

Pensamos en lo que te gustaría tener en tu habitación, además de los juguetes que nos han acompañado este año y medio por demasiadas habitaciones de Mérida que no eran la tuya. Tasia pensó que te gustaría tener un suelo blandito donde jugar que además tuviera las letras y así pudimos escribir tu nombre. Yo recordé lo divertido que es pintar las paredes y por eso hay una pared con papel negro donde pintar con tizas. Nos fuimos a ikea a por un par de cosas para la habitación y volvimos sin esas cosas y con diez o doce más. Nos volvimos un poco locos de la emoción.

Al final, después de pintar las paredes, adornarlas con la pizarra, montar la cama y la mesita de noche, llenar el armario con tu ropa, formar palabras en el suelo, situar todos tus juguetes (incluso los que no podíamos arrastras por Mérida fin de semana tras fin de semana), poner tus libros y cuentos por todas partes, dejar el pompero bien a la vista y cambiar los juguetes de sitio otra vez, al final, nos dimos por satisfechos. Aún quedan muchas cosas por hacer pero queríamos hacerlas contigo porque es tu habitación y tienes mucho que decir.

También pensamos en qué podíamos hacer juntos porque dos días parecen poco tiempo pero queríamos (y queremos) hacer muchas cosas, tantas como sea posible. Buscamos actividades para hacer juntos, paseos por Sevilla huyendo del calor, juegos de interior por si el sol no afloja, paseos hasta la playa e, incluso, tenemos un listado de sitios donde podemos ir.

Y luego estaba Áramo. Sabemos que no eres alérgico a los perros pero no sabíamos si tampoco lo eras a los gatos y esa posibilidad nos consumía. Ya has visto fotos de Áramo de pequeño, lo adoptamos cuando tenía menos de un mes de vida y desde ese día es uno más en esta familia que nos hemos construído. Pensar que podías ser alérgico y que tendríamos que darlo en adopción nos partía por la mitad. Yo estuve cruzando los dedos hasta que pasasteis un rato juntos y vi que no tenías reacciones ni sarpullidos ni ningún otro síntoma de alergia. Y luego, como si quisieraís celebrarlo os pusisteis a examinaros el uno al otro, entre juegos y carreras. De hecho, creo que ya habéis formando una pequeña banda de cachorros que nos va a volver locos.

Una hora después de llegar a Sevilla la mayoría de nuestras dudas se habían disipado mientras tu estabas jugando en tu habitación o corriendo junto al gato, riendo escandalosamente mientras nosotros pensábamos en el baño, la cena y, sobre todo, la noche. Tienes casi tres años y, creemos, a esta edad tendrías que hacer muchas cosas por ti mismo, cosas que no haces y que te están lastrando en tu crecimiento y dormir solo es una de ellas.

Después del baño con todos los juguetes sumergibles que hay en el piso y una cena rica, quisiste ver a Rayo McQueen en el proyector y te quedaste tranquilo, con tus coches favoritos, en el sofá. No pasaron más de veinte minutos cuando empezaste a dar señales de sueño, buscabas acurrucarte contra nosotros y dejabas de repetir los diálogos de la película, así que llegó el momento de ir a dormir, solo.

De camino a la habitación te fui contando lo que íbamos a hacer: ibas a dormir tu solito en la cama y yo me quedaría hasta que estuvieses dormido. Si te despertabas por la noche sólo tenías que llamarnos e iríamos, tenías tu botella de agua sobre la mesita y también dejamos la . Son habitaciones adyancentes así que no tardaríamos en darnos cuenta que estabas despierto, pensé. Me tumbé contigo mientras te quedabas dormido, apenas cinco o diez minutos y me quedé dormido. Demasiadas emociones en un día para todos. Esa noche te despertaste tres veces y te volviste a dormir sin abrir los ojos tras beber un poco de agua.

Por la mañana te despertaste contento y con hambre como si la noche no la hubieras pasado en una cama nueva, durmiendo tu solo y en piso de papá, esta vez sí.