El miércoles pasado, a las ocho y pico de la tarde, eme y yo nos hicimos socios de la nueva y flamante Ciudad Deportiva de Mérida con la intención de ir en verano a la piscina, a tomar el sol, al gimnasio y, en definitiva, a hacer el vago mientras nos quitamos el blanco nuclear del invierno. Hoy jueves, a las ocho y media de la tarde, veinticuatro horas después de formalizar la inscripción, me llamaron para decirme que pasásemos a retirar el dinero, que la Ciudad cierra por motivos técnicos, al no poder garantizar la seguridad de la gente por las obras.
Hoy, en la prensa, viene un cuento ligeramente diferente: La Ciudad Deportiva cierra por carecer de licencia de apertura.
A ver si la próxima vez tardan un poco más en cerrar el chiringuito y podemos, aunque sólo sea una vez, tirarnos al sol.
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