canon EOS 400D, análisis final – El sueño del mono loco
El sueño del mono loco Saliva, cinismo, locura, deseo…

canon EOS 400D, análisis final

Al igual que hiciera con el N80, voy a escribir los puntos fuertes y débiles de mi nueva cámara de fotos, una Canon EOS 400D, sin ningún orden en particular.

Lo bueno

  • es ligera, pesa poco más de medio kilo
  • es compacta y da sensación de robusta (no pienso hacer pruebas en ese sentido :))
  • tiene un montón de modos predefinidos que hacen muy fácil sacar una foto. Incluso tiene un modo totalmente automático en que lo único que tienes que haces es apuntar medianamente bien y pulsar el disparador.
  • tiene cinco o seis modos manuales que permiten un aprendiendo todo acerca de la fotografía. Si los utilizas de menos a más, aprendes a jugar con las luces y los tiempos de exposición. Al final, seguramente, sólo emplearé el modo manual, en el que tú te lo cocinas todo pero ese día todavía está lejano.
  • la resolución de las fotos es impresionante. El salto de los 3,2 megapíxeles a los 10,2 ha sido tremendo y se ha notado, sobre todo, en la calidad de las imágenes que, con la misma resolución, tienes menos ruido y muchísima más definición. Antes, cada vez que llenaba una tarjeta de memoria con ciento y pico fotos eran 128 MBytes y ahora, sólo con con poco más de una veintena ocupo el mismo espacio. El tener la posibilidad de tirar mil fotos de una vez también me pone los pelos de punta.
  • el formato RAW. Ansiaba desde hacía tiempo conocer y usar éste formato de almacenamiento de fotos y, sinceramente, no me ha defraudado. Guardando las fotos así, se pueden cambiar prácticamente todos los valores de la foto en post-producción y darle otro aire. Eso sí, ayuda el haber hecho un buen disparo sino, por mucho que cambies no hay nada que hacer. Además en Linux hay un paquete, rawstudio, que permite hacer estos cambios sin usar el programa de Canon y sin echar en falta muchas opciones.
  • el display es enorme (2,5 pulgadas), muestra un montón de información de una manera sencilla de interpretar, lo cual se agradece cuando uno empieza con éstos monstruos y las fotos se ven nítidas. Además, la cámara no utiliza el display para tomar fotos. Me horroriza ver a gente con los brazos en alto y extendidos, mientras intentan tomar una foto. ¡Hay que arrimar el ojo!
  • infinitos botones. Aunque tiene un número finito de botones, unos quince, dependiendo del modo que se emplee, las atribuciones de éstos varían y llega a dar la impresión de que un sexto dedo en cada mano no estaría de más.
  • funciones programables. Permite reprogramar los botones para utilizarlos con casi todas las funciones que tiene la cámara. Así, si apenas usas el botón de ISO, lo puedes reprogramar para, por ejemplo, modificar la resolución a la que se guardan las imágenes.
  • los puntos de autofocus. Al mirar por el objetivo se ve un rombo con nueve puntos, los cuales son los encargados de hacer foco y, sorpresa, sorpresa, permiten ser programados para, con el mismo encuadre, hacer foco en nueve sitios diferentes. Es una tontería pero es muy adictivo cuando conoces las macrofotografías.
  • disparo continuo. Salvo cuando se almacenan las fotos en formato RAW, se pueden realizar disparos continuos, a razón de tres por segundo, hasta que se llene la tarjeta de memoria.

Lo malo

  • el precio. A nadie le gusta pagar tanto dinero por nada, aunque luego te devuelvan un pico (aún no me ha llegado, por cierto).
  • el manual. Aunque extenso y pormenorizado hasta límites difíciles de creer, se trata de un documento muy frío que únicamente enseña las funciones del aparato. Le falta, creo yo, algunos guiños y trucos que amenicen tanto botón y tecnicismos.
  • el precio. Sí, ya sé que está repetido pero es que se trata de mucha pasta…

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