Ya escuché la primera rima del año que vendrá: ¡Feliz 2006, los fumadores os jodeís!. Hay que reconocer que no es tan gráfica como la del año actual, pero tiene sentido.
Estos días, estos últimos diez días me encuentro con dos vecinos en el portal, siempre a eso de las diez de la noche y siempre están fumando su último cigarrito del día. Ambos son argentinos y se lo toman con calma y con gracia, a poco más de cuatro grados, lloviendo como aquella vez que un señor con barba le ordenó a otro construir un barco y llenarlo de bichos y se pasan su media hora en buena compañía, charlando y rodeados del humo que en breve será delito.
Me pregunto si alguien les ha dicho que sólo se aplica a los lugares de trabajo, los locales de ocio y los bares. De fumar en su propia casa la ley no dice nada, cosa bastante obvia porque sería legislar contra un derecho fundamental, el de la intimidad de las personas, pero empiezo a sospechar que donde manda patrona, no manda marinero.
tabaco, ley