En agosto de 2005 me compré una moto, una Suzuki Burgman de 125cc con la que no necesitaba sacarme el carnet de conducir. En un arranque de originalidad (era joven y gilipollas), la llamé Tuca porque era mi mo-Tuca. Exactamente igual que cuando le puse por nombre Cleta a mi bici-Cleta. Lo dicho, joven y gilipollas que se creía original.
Tuca ha estado conmigo, primero en Mérida y después en La Algaba un total de 19 años, 1 meses y 15 días. En Tuca he ido a trabajar con traje y corbata sintiéndome importante, he ventilado enfados del curro recorriendo el triángulo entre Don Álvaro, Valverde y Mérida, nos hemos ido de viaje un par de veces por Extremadura y el hermanín se rompió el dedo de un pie al conducirla la primera vez. Siempre cuento que la fabricaron en Tremañes, el barrio mi abuela en Gijón y que seguro que estamos emparentados de alguna manera.
Hoy han venido a llevársela para darle una nueva vida, una mejor de la que yo tenía en mente para ella, que era sencillamente dejarla en un desguace. Tuca va a ser la moto de un estudiante de derecho en una zona de Sevilla donde aparcar el coche es imposible pero antes le van a cambiar media docena de piezas para dejarle el motor mucho mejor de lo que estaba. Estoy seguro de que estará como nueva y lista para nuevas aventuras en muy poco tiempo.
Sólo puedo decir que ha sido una estupenda moto y la echaré mucho de menos.