Cuando vivía en Gijón solía decir, medio en broma, medio en serio, que sólo había tenido un catarro en mi vida, desde 1984 hasta 2003. Por eso considero que somos viejos conocidos, como los parientes que se ven una vez cada lustro, normalmente en actos luctuosos y, quizá por eso, todavía quedaba un poco de respeto, unas miradas frías y calculadas desde la distancia y un trato gris, pero con una cierta admiración.
Estos días el catarro ha vuelto para quedarse y me está dando mucha guerra: frío, calor, estornudos, mocos, toses, más calor, escalofríos, etc… Parece que ya no se respeta a los viejos contrincantes. Todavía le quedan cuatro días más de saqueo, después, se va a enterar.
Me voy a enchufar un efferalgan.
catarro, paranoia
Una idea sobre “catarro: día tres”
A mi me pasa lo mismo,llevo con él desde el 79 que nací 😉