Esta tarde, tras retrasarlo al máximo, he llevado a n80.n1mh.org al taller. El móvil estaba literalmente mudo desde hacía quince días, por un altavoz y un chip que controlan, entre otras tonterías, la voz de aquellos con quien hablo. He conocido pocas sensaciones tan desesperantes como la de descolgar el teléfono y no oír nada, sentir el silencio más absoluto mientras sabes que, al otro lado de la línea, a tí se te escucha perfectamente. Con eme, últimamente, he desarrollado un código por el cual yo me imagino sus preguntas y, a ciegas (o a sordas), le respondo. No es muy útil pero uno de los dos, ella concretamente, se parte de risa. Así que hoy, tras ver cómo le cambiaron el altavoz la semana pasada, sin éxito, lo he dejado definitivamente en la tienda para que lo lleven de paseo, le cambien el chip y el altavoz y, espero, me lo devuelvan con voz.
En diez años que hace que utilizo estos pequeños aparatos del Averno, esta es la segunda vez que me tengo que quedar sin cobertura durante una buena temporada. La otra vez, fueron casi dos meses que finalizaron el día que se anunció que las operadoras podrían portarte el número sin perderlo. Dos meses que, a priori, iban a ser un paseo por el infierno, todo el día desconectado, dependiendo de otros para llamar, buscando cabinas telefónicas y con media familia sin saber qué haces ni por donde paras y, sin embargo, lo recuerdo como un periodo tranquilo, sin agobios ni dependencias absurdas. Las llamadas importantes siempre me pillaban al lado del teléfono y las otras, sencillamente, no importaban. Al final, tan acostumbrado estaba a mi vida de outsider que, al sentir la vibración del teléfono con la primera llamada, pegué un bote del que todavía se ríen algunos.
Sólo son veinte días, ha dicho el tipo de la tienda de reparaciones. Y lo cubre la garantía (¡gracias Nokia!). Y ya estaba cansado de activar el altavoz externo (cojonudo, por cierto), con cada llamada entrante o saliente. No me importa montar el espectáculo por la calle pero mantener una conversación privada, caminando por la calle, mientras le hablas a un altavoz es bastante frustrante.
Así pues, aquellos que queráis hablar conmigo, tenéis tres opciones: a) llamar a eme (si os lo coge); b) llamarme a casa (si estoy) y c) escribirme un e-mail. Mamá, tú ya sabes que tienes línea directa y puedes asomarte a la ventana y gritar ;). Por mi parte, doy comienzo a otras vacaciones desmovilizadas y tranquilas.
6 ideas sobre “desmovilizado”
Aqui en la oficina echaremos de menos el tono de llamada de ese móvil, una gran perdida si señor.
veinte días, mario. En veinte días vuelven Benito y compañía, el tono de 24 y, tu favorito, la señora gritando ¡cochinoto!
Como cantaba el gran Gardel, veinte días no es nada…
Eso no le pasa a mi móvil 😉
tu ibrick empezará en breve a dar por culo, que lo sepas :D. Dos años de reloj tardó el mío… Vete ahorrando que para el tuyo no hay recambios.
¡sin el móvil tambien se puede vivir ¡ Estaba mudo, con estos fríos, seguramente le afectó tambien a él, ya sabes que pienso que los aparatos tienen un poco de vida propia, y sólo está un poco pachucho. De todos modos, ya era hora que te decidieras, y llevarlo a reparar, sentía impotencia al hablarte, y oir sólamente, que no te enterabas de nada. Esta situación no impedirá que nos comuniquemos, la pesada de tu madre no se rinde. Besos
ya sabes que mi 6600 te lo puedo prestar …