Lo cierto es que este fin de semana no ha dado para mucho y tampoco ha tenido grandes momentos estelares. Ha sido tranquilo, casero y muy aplicado. Lo he usado para darle la vuelta al inglés y para repasar todo el año y todos los papeles y libros.
Este año académico, el enésimo en mi vida, ha sido (está siendo) el más rápido que recuerdo. Si me tuviese que guiar por la memoria, no haría ni tres meses que voy a la EOI, que me peleo con la gramática y que me pongo collorau al hablar. Todo ha sido muy rápido sin apenas tiempo para pensar y, para colmo, se une que hacía mucho tiempo que no aparecía por un aula. La esperiencia me arroja dos crudas realidades: el inglés no se me da tan mal y lo que verdaderamente me cuesta es estudiar, la rutina de los libros, el esfuerzo de aprender.
Y como de todo se aprende, me voy a matricular en la UNED para hacer algo con mi vida (si todavía estoy a tiempo) :).
El fin de semana también ha servido para ver una de las carreras de Fórmula 1 más raras y accidentadas que recuerdo. Voy a buscar la imagen del eje derecho de Raikkonen estallando en mil pedazos…