Yo pensaba que la gente que no trabaja los sábados estaba en casa durmiendo o pasando la resaca lo más dignamente posible, tranquilos y en pijama. Pues resulta que no, que todas esas personas que deberían estar en casa, están en algún Ikea pasando la mañana y haciendo de figurantes.
Yo no lo sabía, pero ayer aprendí que los niños tienen que ser homologados, certificados o algo que suene a oficial por Ikea y que requiera la presencia de los padres, los niños, los abuelos y algún tio carnal. Sino, no me explico por qué había tanta gente y, sobre todo, tantos padres sonrientes, sudorosos, arrastrando las malditas sillas con niños pequeños y no tan pequeños a bordo, tratando de que seas tú quien se salga de la cola de gente que avanza pasillo arriba y clavándote las ruedas en el talón de Aquiles. Ni se disculpaban, los jodíos. Tampoco se inmutaban cuando sus fierecillas, niños rubios, cabrones, resabiados, vestidos de Kiddy’s Class y Hilfiger se ponían a correr alrrededor tuyo o a pegarte patadas porque sí, porque papi y mami trabajan mucho y la niñera no les da cariño, educación o dos hostias en todo el morro. ¡Son cosas de niños! ¡Son taaaaan ricos!, decían y yo, que soy todo corazón, no sabía si darle la razón o un euro para que le comprase una gorra o una camiseta de los Latin Kings y le fuese enseñando cosas útiles para su futuro.
En cierto modo era lo esperado y, por ese motivo, habíamos madrugado y nos plantamos en Sevilla, en la tienda sueca, a las once de la mañana, con una lista detallada de artículos para comprar (modelo, color, código, peso y tamaño del embalaje, medidas, longitud, latitud, etc…) y una segunda lista de posibles caprichos (lo de posibles es un eufemismo). Al final, cansados y doloridos nos fuimos a degustar unos montaditos al centro, al patio donde nos enseñó María la sevillana cómo se bebe el fino y el rebujito mientras se sonríe con los ojos.
De la mesa y la silla, algún día, pondré fotos. De momento comentar que están montadas y en uso, que las instrucciones son para lechones como yo y que, como bien sabía eme, quedan estupendamente. Ahora sólo tengo que darles uso :).
niños, ikea