Este fin de semana volvimos por Gijón, como acostumbramos últimamente. Cada vez dejamos pasar menos tiempo entre cada visita exprés, por disfrutar del sobrino y por huir de Mérida. Pero, con cada nueva salida a la carretera, una sensación extraña y desagradable retumba en mi cabeza. De un tiempo a esta parte noto que la mayoría de conductores conduce fuera de control, desquiciados y con demasiadas prisas. Me tengo por un buen conductor, serio y concentrado, quizá porque ya le he visto las orejas al lobo pero, en cada viaje hay algún gilipollas que se encarga de demostrarme que no lo he visto todo, aún. Y eso me preocupa.
Mucho tiempo atrás, cuando viajaba diariamente, un compañero me dijo que con cierto número de kilómetros nos daban un número para la rifa de la hostia (del accidente, se entiende), que íbamos acumulando día tras día. Sé que tengo en mi poder muchos de aquellos números y busco la manera de minimizar riesgos, tratando de evitar que salga alguno en la rifa. Es difícil pero cuento con la inestimable ayuda de mucho idiota que hay suelto y con carné. Porque, por muchos números que tenga, siempre habrá alguien que haya hecho más méritos para ganar la rifa.
Una idea sobre “los números de la rifa”
Echo de menos tus comentarios, así que ya sabes, aunque tengas poco tiempo, aplicate algo más, que no sólo yo está esperando que escribas, siempre resulta interesante leer tus puntos de vista distintos. En lo que concierne a este último, espero no tengas razón, por desgracia no por ir bien por la carretera evitas accidentes, también depende de con quien tengas la desgracia de cruzarte. pero sigue así, cuidando la conducción, y con los cinco sentidos puestos. Besinos