A finales del pasado año comencé, casi por casualidad, a montar un ordenador de sobremesa para mi casa. El viejo Toshiba, coyote, tenía más de siete años y ya daba muestras de agotamiento así que decidí hacerme un equipo a medida. Como parte fundamental, llevé mi viejo teclado Logitech Cordess Desktop Pro de vuelta a casa y recuperé uno recto, normal, en el trabajo. Las razones eran las obvias: tenía pensado usarlo y mucho, en casa donde, además, no tenía teclado.
A los dos días ya echaba chispas por culpa del maldito artilugio. Estoy de acuerdo en que puedo ser un poco peculiar pero, en esto de los teclados no doy mi brazo a torcer: los teclados rectos están bien para un rato pero, si uno quiere trabajar en serio, aporrear teclas durante horas, la respuesta es uno de estos teclados ergonómicos y torcidos. Me dolían articulaciones, huesos y no podía colocar los brazos en según que posturas. Estaba incómodo y dolorido pero tampoco quería llevar los problemas del trabajo a casa. Como solución se me ocurrió buscar un segundo teclado, ergonómico, cómodo y preferiblemente de color negro, para dejar en el despacho (a juego con todo el equipamiento nuevo) y devolver el viejo Logitech a la oficina.
Como idea no estaba mal pero tenía un pequeño inconveniente: la industria. Resulta que los últimos teclados ergonómicos son preciosos, caros, acolchados e inalámbricos. Pero son poco ergonómicos para un freak como yo. Brevemente, están poco torcidos. Dos semanas de búsquedas por internet, pateando tiendas en Mérida y alrededores me llevaron a la triste conclusión de que mi marca de referencia en teclados se había pasado al enemigo. La última gama de ergonómicos era cualquier cosa menos ergonómica. ¡Hasta Microsoft había hecho un teclado realmente ergonómico!
Me pasé otro tiempo más buscando en tiendas de segunda mano, en ebay, en los chinos y en cualquier web que pudiera vender verdaderos teclados torcidos, sin éxito (porque pagar 200? por un teclado aún no parece bien). Hasta recurrí al poder de las redes sociales poniendo un anuncio en twitter. Una respuesta me puso sobre aviso de una dirección de ebay y, un par de días después me había comprado un teclado idéntico al mío, pero en color negro, inalámbrico y con ratón óptico. Me lo enviaron desde Logroño por un precio tan irrisorio que casi me dio vergüenza: quince euros.
Al final, me salí con la mía y ya tengo teclados torcidos en casa y en la oficina. El otro, el recto, descansa en un armario, esperando disfrutar de otros dos o tres meses de trabajo, dentro de siete años.
Y un aviso para los fabricantes de teclados, en especial Logitech: lo estabais haciendo bien, fabricando buenos aparatos que aunque caros eran funcionales, duros y cómodos. Deberíais volver al buen camino y dejar esos quiero-y-no-puedo, a medio camino entre lo ergonómico y el ladrillo más puro. ¡Ah! Y el bluetooth también existe. Que a este paso lo cambiarán por otra cosa sin que lo incorpore ningún teclado. A ver qué me encuentro dentro de otros diez años, cuando quiera jubilar a estos dos.
8 ideas sobre “un teclado, dos teclados, tres teclados…”
Que lo disfrutes 😉
en ello estoy 😀
Tikismikis¡¡¡¡
¡¡mamá!! Se supone que apoyas todas mis tonterías y paranoias. Además, estoy por pensar que hay algún factor genético que regula todo esto ;).
besinos (a pesar de todo)
Chico, pillate un teclado de Apple por BT 😀 pequeñito y funciona de maravilla 😀
¡pero no es ergonómico! Soy un adicto a estos trastos. El resto de teclados me parecen incómodos.
Empiezo a pensar que mi madre tiene razón… 😀
Tranquilo. Creo que fabricaron unas 250 unidades de ese modelo. Con lo cual has gastado 2.
Asi que ponte en contacto con ellos que tendran los 248 restantes en el almacen.
Por que vaya tela comprarse «eso» jaja.
Sin acritud eh jaja
saludos
¡¡cómo se nota que usar el ordenador para jugar al call of duty!! 🙂 Serán feos pero, cuando te pasas doce horas aporreando teclas, son lo mejor que hay.