«El trabajo ya no es un lugar»
La frase que titula esta entrada la encontré en un artículo de linkedin sobre freelancers y me llamó la atención por un motivo: sintetiza lo que llevo poniendo en práctica dos meses. El cambio de trabajo ha supuesto una serie de alteraciones para las que no estaba del todo preparado.
Para empezar, trabajo desde casa, con un portátil de empresa y una conexión a internet. Así es fácil entender porque asiento cuando leo que el trabajo no es un lugar sino un aparato, un ordenador portátil. El concepto de oficina, como el de mesa o teléfono de trabajo, se diluye rápidamente y me encuentro cómodo sabiendo que únicamente necesito una red wifi a la que conectarme para trabajar. Y el lugar puede ser un despacho, una silla bajo el aire acondicionado o un bar tranquilo y agradable. Tengo que admitir que me he adaptado bien de momento. Veremos cuando lleve más tiempo.
El otro cambio tiene que ver con la gente y creo que es el que más preocupa a eme y a mi madre. Trabajo desde casa, solo, y eso se interpreta como un aislamiento voluntario, como si hubiese tomado la decisión de no volver a establecer una conversación con alguien nunca más. Pues no es así. No estoy sólo, hablo con compañeros, con amigos y no necesito ruido blanco para concentrarme ni incrustarme los auriculares con doble rosca para poder pensar. Salvo por el pequeño (y perturbador) detalle de que una vez puse una canción de Pitbull en spotify, el no tener gente alrededor es un buen cambio. Además, nada más darme la bienvenida a la cofradía del pijama, dabo se ofreció como guía espiritual durante el periodo de adaptación y, en el hipotético caso de que necesite hablar urgentemente con alguien para no enloquecer, le llamaría a él. Mamá, puedes estar tranquila, tengo un plan B.
El último cambio ha sido el menos esperado y el que, todavía hoy, más guerra me da. Desde aquellos fántasticos treinta días de mayo en que tuve que tomar la decisión de continuar o cambiar de empresa, tengo unas bonitas calvas en la barba que hacer pensar a todo el que mira que soy aficionado a jugar con la cuchilla de afeitado. Consiguen, no puedo negarlo, que salga más delgado en los retratos puesto que parece que no tengo de papada.
Escribiendo esta entrada me he dado cuenta de que he trabajado dando vueltas por España, en una oficina pequeña, en una oficina grande y ahora solo desde casa. Me falta eso de compartir un sitio de trabajo entre varios… ¿algún voluntario?
3 ideas sobre “work is no longer a place”
Animo, que cuesta al principio, pero te veo muy bien acompañado de todas maneras 😉
Y lo de compartir espacio de trabajo, es toda una experiencia en serio ,para compartir conocimientos, estilos de trabajo o ayudarse mutuamente, muy muy recomendable.
Un saludo y dale duro 😉
Hombre, si os mudáis a Madrid, yo tengo una maravillosa oficina en el centro con 100mb de canuto y eres libre de poner la música que quieras. Besos y abrazos!
muchas gracias por los ánimos, Israelmgo. Seguiré pegándome con todo tipo de cacharros, incluso windows :).
Ángel, si me volviese a cambiar de provincia, sabes que iría al norte, como buena cabra que soy ;). De todas formas, tendré en cuenta tu ofrecimiento para el futuro. Por cierto, ¿los 100MB son una leyenda urbana, no? 😉