Tiene un par de cámaras para hacer fotos: una réflex de carrete bastante interesante pero que ha ido perdiendo protagonismo según se encarecía el revelado y lo digital iba ganando terreno y otra, compacta y digital, que lleva en las salidas del grupo de montaña y en los viajes y con la que retrata a su nieto. Pero ésta última está dando sus últimas bocanadas y ya no enfoca. Es normal, son cámaras que tienen una vida estimada de X fotos y cuando has sacado tres o cuatro veces esa cantidad, lo normal es que empiecen a fallar.
A mi padre siempre le ha gustado la fotografía y, desde que tengo uso de razón, le he visto rodeado de cámaras y objetivos, comprando enciclopedias del tema e, incluso, revelando carretes en blanco y negro en un laboratorio del barrio. Ya he mencionado el extenso catálogo de fotos que, tanto el hermanín como yo tenemos pero, lo que pocos saben es que tiene fotografiadas a la mayoría de las vacas del Principado de los años ochenta.
A los seis o siete años me regalaron (mis padres) una cámara de fotos que parecía una caja de zapatos, con un flash de doce bombillas, cuadrado y ortopédico que iba quemando bombillas con cada disparo. Me explicaron cómo usarla y la responsabilidad de no tirar fotos absurdas, que luego costaban dinero. Aprendí mucho y rápido y me volví un verdadero guardian del carrete, escogiendo los momentos importantes.
Después vino una Kodac fija, de 35mm, que sacaba las fotos con mucho grano pero que era, cuando menos, más estilizada y bonita. Gracias a aquella cámara guardo un ingrato recuerdo del dependiente de Granada que me cambió el carrete sin engranarlo y me jodió la segunda parte del viaje de estudios. Me pasé quince días ensayando el cambio del carrete en casa, con uno velado, para no depender de nadie.
Aquella era la cámara de fotos de juguete, la de los críos y la que se quedaba en casa cuando íbamos de viaje los cuatro porque siempre venía la cámara grande, la de papá y con la que algunas veces nos dejaba sacar fotos. Ahí aprendimos a cambiar objetivos, lo que es el tiempo de exposición y a mantener la respiración al disparar.
Años más tarde, en 2002 me compré mi primera digital y las cosas cambiaron. Ya no pasaba por la tienda de revelado, veía y almacenaba las fotos en el ordenador y no llenaba la casa de álbumes. ¡Un lujo! Al principio, mi padre mostraba cierta distancia, casi reticencias pero, con el tiempo, empezó a verle la utilidad y terminó comprándose la compacta. Hace un par de años, mi cámara nos sacaba a todos azules y decidí comprar otra, una reflex. Lo hablé con él y nos fuimos a una tienda, derechos a por la canon. Desde entonces, siempre que hemos ido por ahí, yo he puesto la cámara y él me ha puesto en evidencia sacando mejores fotos.
La semana pasada fue su cumpleaños y, viendo que a su cámara digital estira-codos le quedan dos telediarios, me puse a buscarle una réflex digital. Tras perder dos pujas de ebay en el último minuto, terminé comprando una fantástica Canon EOS 300D, en perfecto estado y por un precio irrisorio. No es el último modelo de Canon pero, tras trastear semana y media con ella, puedo decir que lo único que la diferencia de mi 400D es el display y que algunas opciones tienen más capacidad.
Se la dimos el lunes, a última hora de la tarde y el martes por la mañana ya tuvimos nuestra primera conversación técnica. Sé que a partir de ahora tocará revisión diaria de manual, trucos de manejo, comparación de fotografías, tutorial avanzado de almacenamiento y gestión de ficheros, clases teorico-prácticas de photoshop y un largo etcétera, pero no me arrepiento del regalo. Eso sí, no descarto que mi sobrino me retire la palabra cuando se entere, dentro de unos años, de dónde sacó su abuelo la cámara de fotos con que lo persiguió toda su infancia. 😛
Nota: Papá, el soporte informático, fotográfico y técnico 24 hroas se aplica únicamente si disparas en manual y con RAW. 🙂
4 ideas sobre “la cámara”
Gracias a la aficción de papá a la fotografía, tenemos innumerables fotos, todas ordenadas cronólogicamente, y es un placer verlas de vez en cuando, sobre todo las vuestras, las de tu hermano y tú, a pesar de que también envejecen, me gustan las fotos en papel, y ocupan espacio, y es algo en deshuso, pero me encanta tenerlas. Papá para tí y para mí, es muy pesado con la fotografía, le lleva su tiempo, y con la digital igual, le intento convencer que dispare rápido y varias y sino que vayan a la papelera, pero él sigue echando en cada foto una eternidad. Quizá no recuerdes que al laboratorio del Ateneo, os llevaba a tí y al hermanín a revelar y a ampliar, y sabias hacerlo a pesar de los pocos años. Sólo decirte que está tan contento con la cámara nueva, que parece un niño que se le adelantaron los Reyes Magos. Besinos.
Me quedo con esto;
# Nota: Papá, el soporte informático, fotográfico y técnico 24 hroas se aplica únicamente si disparas en manual y con RAW
Diegoooo no seas malo anda, déjale tirar en AV o TV pero el Raw…eso ni se negocia 😉
Por cierto, hay un hack vía firmware muy fácil de instalar que dota de mejoras interesantes a la 300 D (la tuve yo también).
Que la disfrute !
mamá:
A mí también me gustan las fotos en papel, pero no todas. Además, al guardarlas en el ordenador, imprimes sólo las que realmente quieres ver todos los días, no las 36 del carrete.
Papá no es pesado al tirar una foto, sólo se toma su tiempo. Con las cámaras de carrete había que tomar mil mediciones para no sacar a un gato negro bañándose en un charco de petróleo. Ya verás como ahora, con la digital, gana en velocidad… ¡y en volumen! De las trescientas fotos por paseo no creo que baje ;).
Me acuerdo del laboratorio del ateneo, de la habitación a oscuras y con una luz roja, para no velar las fotos. También del olor y de los botes de productos químicos, que eran de plástico gris y con MAM escrito sobre un cacho de esparadrapo. ¡Y claro que sabía revelar fotos! Es como el gusto por conducir, la pachorra y el cinismo: herencia de los Martínez. 😀
besos
Dabo:
me pensaré lo de AV o TV :D. Pero sí, el Raw no es negociable.
En cuanto le coja el truco a los modos, el manejo de la cámara y no nos tenga dos horas de pie, bajo una tormenta, para sacar una foto, buscaré el hack para seguir evolucionando. Hasta entonces, tiene bastante juguete.
Un abrazo