Cada día estoy más encantado de haberme metido en linkedin porque, aunque al principio siempre cuesta volver a introducir toda la información laboral sobre uno, a la larga compensa y te da algunos de esos buenos momentos que no olvidas en tu vida.
Fue uno de estos días pasados, revisando las estadísticas que ofrece la web, cuando sentí algo parecido a un dejà vu de hace apenas cuatro meses. Alguien de google me había vuelto a encontrar.
Mi mente, que cuando quiere es muy puta, se encargó de pasar ante mis ojos la estrepitosa entrevista técnica que perpetré y entonces lo entendí todo: ese anónimo buscador del buscador estaba perdido. Como un pulpo en un garaje. Sino, no se habría pasado por mi perfil ni por error.